Estados Unidos lucha contra el carbón
Una de las diez naciones que genera más CO2 junto a China es Estados Unidos, junto a Rusia, India o Japón, dicha nación ha avanzado con paso firme en la lucha contra el carbón.
A pesar de los esfuerzos realizados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el cual ha llegado a proponer subvencionar las plantas de carbón para frenar el declive de la industria.
Compartimos contigo nuestro episodio de podcast sobre el articulo
Las compañías eléctricas norteamericanas (Estados Unidos), siguen manteniendo su apuesta por la lucha contra el carbón, pensando en un futuro sin emisiones y han conseguido seguir parando centrales, de acuerdo a los datos dados por la EIA (Administración de información de energía).
Concretamente, entre el año 2010 y 2019 se lograron retirar más de 546 unidades de carbón equivalentes a 102 gigavatios de capacidad de generación, y tienen pensado para los próximos años retirar otros 17 gigavatios.
Únicamente en el 2018 las compañías eléctricas cerraron unos 14 gigavatios (GW) de capacidad de carbón en 20 plantas, lo que implica que sea una de las reducciones más elevadas que se han logrado realizar en el país norteamericano en tan solo un año.
Según los datos dados por la EIA, el récord de cierres se logro registrar en el 2015, cuando se lograron eliminar 15 GW de capacidad de generación. En esta caída también influyó el crecimiento plano de la demanda de electricidad y el alza de las energías renovables.
Ya en este punto, cabe destacar que en 2015 Alpha Natural Resources, la segunda minera de carbón más grande de Estados Unidos, detuvo pagos.
Mientras Barak Obama, el cual era presidente de Estados Unidos en esa época, informo ese mismo año el primer plan del país para la reducción en lugar de limitación de las emisiones de gases contaminantes y su fuerte apuesta por impulsar las energías renovables.
Plan que el actual inquilino de la Casa Blanca, en el año 2017 retiro a Estados Unidos del Acuerdo de París tras catalogarlo de injusto, ineficaz y caro.
Hace tan solo unos meses, Trump informo que acabaría con el Clean power plan de Obama, una norma federal la cual exigía la reducción en un 32% las emisiones de carbón de centrales de carbón para el 2030.
A cambio lanzo su plan llamado Affordable Clean Energy, el cual es mucho mas permisivo, con el que pretende que se creen nuevas tecnologías que permitan a las centrales eléctricas ser parte del futuro pero de una manera sostenible.
El presidente Trump teme por el cierre masivo de plantas de carbón pueda afectar la confianza en la red eléctrica del país, los empleos que genera esta industria, así como su capacidad para recuperarse de las tormentas o los ataques ciberneticos.
Pese a esta nueva normativa, la realidad es que las compañías eléctricas se muestran bastante reacias a dar marcha atrás con el plan de reducción estipulado hace algunos unos años. Por lo que la compañías norteamericanas (Estados Unidos) siguen firmes en la lucha contra el carbón.
La verdad es que resulta mucho más costoso mantener las viejas centrales eléctricas de carbón que poner en macha nuevas centrales de energía renovable, por lo que Estados Unidos sigue queriendo mantenerse alejado del carbón y apostando más por las energías renovables o el gas natural.
Parece que las eléctricas han apostado por un futuro sin carbono y han propuesto reducciones drásticas de emisiones. Ese es un gran cambio en su forma de pensar. Expreso Matt Preston, el cual realiza un seguimiento de la industria del carbón en la consultora Wood Mackenzie.
Por otra parte, en este punto la Agencia de Protección medioambiental de Estados Unidos certifico una reducción considerable de la contaminación en las últimas décadas de hasta el 70%.
Aunque se ha dejado patente de que las nuevas políticas dictadas por el presidente Trump se han estado dejando notar en la calidad del aire ya que la polución por cobre y petróleo ha aumentado tras el plan Affordabble Clean Energy.
A pesar de los cambios de mentalidad de las compañías eléctricas, los datos recogidos por la EIA mostraron que el ritmo de cierre de las centrales de carbón se han estado enfriando desde 2015 y se espera que en los próximos años el proceso sea aún más lento, ya que se prevé que en seis años hasta 2025 se elimine menos capacidad que en el año récord.
De las misma manera, las características de las centrales que sigue activas han cambiado. Un ejemplo, es que se ha pasado de tener plantas de carbón con una media de edad de 56 años con una potencia instalada de más de 120 MW a contar con una red más joven (46 años) con más potencia: 350 MW.
El proceso de desmantelamiento de una central eléctrica de carbón conlleva varias etapas de remediación, remodelación y repotenciación para poder garantizar el aprovechamiento total del espacio y los materiales.
Esto se trata de un procedimiento bastante lento y laborioso de retirada de materiales peligrosos que, a diferencia de una central nuclear que esta regulada por la Comisión Reguladora Nuclear, no goza del mismo tratamiento especifico.
El carbón que no se ha utilizado, los materiales asociados con el proceso de generación, los edificios y las estructuras se eliminan.
El equipo de generación eléctrica puede ser usado en otras plantas o vendido como chatarra.
Gracias a que comparten gran parte de la infraestructura con otro tipo de plantas de generación eléctrica, como el ciclo combinado, y a que estas suelen estar situadas cerca de ríos, carreteras o vías de ferrocarril, las plantas de carbón en la mayoría de los casos son sustituidas por plantas de gas natural.
Estas últimas necesitan de mucho menos espacio y resulta una gran solución bastante ventajosa para los proveedores de energía.
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